Muy conocido
a nivel nacional e internacional por el Glaciar Perito Moreno que se encuentra
a unos 70 km al que año tras año concurren muchos turistas a conocerlo, pero
muchos no conocen su historia, en sus comienzos, antes de convertirse en un
pueblo, en el lugar existía un gran calafate es una planta que se encuentra en
muchos lugares de la Patagonia es un
arbusto de hojas verdes que tiene espinas y un fruto de color azul.
Las distancias eran largas y el clima en
verano con fuertes vientos y en invierno la nieve y la escarcha castigaban con
dureza a todo ser vivo de la Patagonia en donde los carreteros hacían una
parada obligatoria para que descansen los bueyes. Con carretas era la única
forma de esa época para comprar víveres y transportar los fardos de lanas de
las estancias hacia el puerto donde serian cargados en barcos y llevados a
Europa. Años después se instalo en el lugar un almacén de ramos generales y
hospedaje lo que alentó que llegara más gente y se formara el pueblo.
También a muy
pocos km del pueblo existe una cueva llamada
punta “Gualicho”con pinturas rupestres al borde del Lago Argentino la cual era
el refugio de los tehuelches que eran nómades y cuando llegaba el invierno se
dirigían más al norte donde no era tan frío y se aseguraban de conseguir
alimento. El tiempo que permanecían en algún lugar cazaban y la carne la
secaban al sol para que durara más tiempo, hacían herramientas y armas en
piedra, también en hueso, las mujeres se dedicaban a hacer las vestimentas y
“quillangos” los que teñían con figuras geométricas, también se encargaban de
los hijos y de la provisión de leña y agua. Los tehuelches eran monogámicos y
la autoridad paterna estaba bien definida, salvo el cacique podía tomar cuantas
mujeres podía mantener. Los padres con sus hijos eran permisivos y los hombres
no castigaban a sus mujeres.
Esta imagen es camino a "Punta Gualicho", se puede ver la isla solitaria.
En esta
localidad Calafate viví tres años cuando estaba en la escuela primaria era un
pueblo chico y todos se conocían en estos años ha crecido demasiado. El cerro
también se llama como la localidad y si caminas en el cerro se encuentran
fósiles marinos.
En la costa
se encuentra la "Laguna Nimez" ahí se reúnen muchas aves, flamencos, cisnes de
cuello negro, martinetas, patos, abutardas. En los días de calor todos pueden
disfrutar de una hermosa vista y algún perro aprovecha a refrescarse como este
labrador negro que sale muy contento del agua.
Cisne de cuello negro "Laguna Nimez".-
El cerro de
los elefantes, lleva ese nombre por las
formaciones que parecen una manada de
elefantes se encuentra camino al glaciar y es una parada frecuente para
todo el que visita el glaciar.
Cerro "de los Elefantes".-
Carancho en lo mas alto de un árbol seco buscando alguna presa.-
En esta foto se pueden ver troncos secos cortados,hace años existió
También a
unos 60 km podemos encontrar un pequeño pueblo llamado Punta Bandera, en el que
viví dos años cuando curse sexto y séptimo grado en la escuela rural que allí
se encuentra.
También existen dos muelles uno de Prefectura Naval y otro de donde salen las lanchas turísticas de la empresa "Paraíso".
Una estafeta Postal, un puesto Policial, Parques Nacionales, la usina de Servicios Públicos, alojamiento de los marineros y capitanes de prefectura y de la empresa turística.
Vista de "Punta bandera", hermoso lugar.-
Capilla del pueblo cuando hay un casamiento o bautismo viene un sacerdote de El Calafate.-
Antigua lancha de Parques Nacionales.-
Entrada de la estancia Cerro Buenos Aires, próxima a Punta Bandera.-
También quisiera compartir con ustedes la leyenda de el Calafate.-
Dicen que dicen
los abuelos sabios que
por aquellos tiempos, cuando los tehuelches eran los dueños de la tierra, cada
vez que el invierno se acercaba era menester levantar los toldos y
emigrar para buscar alimento y calor.
En
invierno, la nieve lo cubría todo, disfrazando con su manto blanco la
superficie y el sol no hacía otra cosa que dar luz, pues el calor no llegaba a
esos lejanos lugares.
Los bosques
se teñían con diferentes matices, abundaban los tonos amarillos, casi dorados,
o el anaranjado que subía hasta convertirse en un intenso y endiablado rojo.
Estas
transformaciones se siguen repitiendo a pesar de haber transcurrido el tiempo.
También
cuentan que por aquellos días una anciana sabia de nombre Koonek iba junto a
los integrantes de su comunidad en busca de mejores tierras, y así poder
sobrevivir ese invierno que parecía haberse adelantado.
Llevaban ya
varios días de marcha, la nevada cubríalo todo y la ventisca azotaba los
cuerpos, Koonek, ya no era joven, y a cada paso que daba las fuerzas que otrora
la mostraron vigorosa, escaseaban, apenas si podía avanzar, ella sabía que retrasaba
a los demás, pero las cansadas piernas, la nieve y la ventisca conspiraban con
el paso del tiempo, cada paso que adelantaba era un poco de vida que escapaba
del cuerpo avejentado de la sabia mujer.
Entonces Koonek
reunió a los demás entorno suyo, con gesto adusto pero convencida de su
decisión les informó que ya no podía seguir, ella iba a abandonar la marcha.
Los demás
comprendieron que Koonek estaba llegando a su fin, la vida se le estaba
escapando por los poros, sin embargo, a pesar de su tez terrosa y apergaminada,
surcada con profundas grietas, dibujo una tenue sonrisa y se despidió del
resto. Con los ojos apagados, esperó pacientemente que levantaran su toldo con
ramas y lo cubrieran con gruesas pieles de guanaco.
Apenados se
despidieron de ella sabiendo que la suerte de Koneek estaba echada.
Con el
transcurrir del tiempo, los días se fueron poniendo más fríos y no tardó en
caer la primera nevada, la anciana mujer cada vez estaba más débil, el hilo de
la vida era cada vez más fino, tanto así que la anciana perdía más las fuerzas
y en tan solo respirar le resultaba una tremenda odisea.
El silencio
era abrumador, solo se quebraba con el ulular quejoso del viento, entonces un
sueño aletargado la fue invadiendo y la vida se le escapaba en cada bocanada de
su aliento.
Para Koonek
el tiempo transcurría lento, por eso no supo si era una mañana o una tarde
calma, cuando vio revolotear a un pájaro solitario.
Sorprendida
por aquella visita inesperada, con un hilo de aliento le preguntó: - ¿Qué sucedió con tu bandada?, ¿Por qué
tan lejos de los tuyos? -
, el ave reconoció haberse retrasado y que si no se unía pronto a sus amigos,
sería su fin.
La anciana
al verlo tan preocupado, casi lloroso le dijo: - si tan solo pasas esta noche en mi
compañía, mañana por la mañana, te sorprenderás con mi obsequio -.
El pájaro,
luego de meditar unos minutos y sabiendo que ese retraso podría costarle la
vida, confió en la anciana mujer y se quedó a velar el débil sueño de la
anciana de gesto bondadoso.
Ni bien las
primeras luces del alba llegaron, el pájaro voló hasta el lecho donde la
anciana descansaba pero Koonek ya no estaba allí.
El
avecilla, después de un gran esfuerzo, con su pico retiró las pieles y allí
donde el cuerpo de la mujer había reposado, había crecido una mata espinosa,
muy perfumada y de relucientes flores amarillas.
El pájaro
se alimentó de las flores, las que milagrosamente le devolvieron las fuerzas y
el vigor perdido, dio varios aleteos y voló raudo hacia la bandada, la reunión
y los llevó a que se alimentasen de aquellas flores apetecibles y energizantes.
Pasó el
invierno, llegó la primavera y le sucedió el verano, las flores se volvieron
frutos y ya para el otoño habían tomado un hermoso tono azul, tan azul como las
deliciosas moras y cuyo sabor era exquisito.
Desde
entonces hombres y animales tuvieron un nuevo alimento.
Las aves ya
no debieron trasladarse para sobrellevar el invierno y otras regresaron para
alimentarse del nuevo y sabroso fruto de dulce sabor.
Los hombres
tehuelches también lo adoptaron como un sustento típico, ya que había nacido
del generoso corazón de Koonek y lo llamaron Calafate.
Dicen que
dicen que el que come los frutos del Calafate siempre regresa a nuestra querida
Patagonia.
Calafate: árbol característico del sur de la patagonia Argentina,
arbusto espinoso de flor amarilla que da bayas de color azul oscuro.
Antiguamente estas eran utilizadas para calafatear los barcos a
falta de cáñamo, de allí el término calafatear.
No hay comentarios:
Publicar un comentario