jueves, 17 de febrero de 2022

El Faro de Cabo Vírgenes: KM 0 de la Ruta 40.

 El Faro de Cabo Vírgenes se encuentra a una distancia de 134 Km de la ciudad de Río Gallegos, capital de la provincia de Santa Cruz, con una altura hasta el pararrayos de 26,35 metros emplazado en la parte más elevada de estructura metálica y pintada con franjas horizontales blancas y negras. Entró en servicio el 15 de abril de 1904 administrado por el Servicio de Hidrografía Naval de la Armada Argentina. Fue nombrado así por el cabo descubierto por Fernando de Magallanes el día de las 11.000 vírgenes.


El alcance de la luz emitida por el faro  es de 44km que a los marinos reconforta y da tranquilidad mostrando la cercanía de la costa , porque actualmente se navega con aparatos electrónicos o ubicación satelital, que en caso de fallar el instrumental tendrían una referencia de la distancia a la costa.

En este Cabo también se produjo el primer asentamiento español llamado “La ciudad de Nombre de Jesús”, sin embargo los habitantes no sobrevivieron debido a las inclemencias del clima y por falta de provisiones causando que se enfermaran y murieran, dejando solo un sobreviviente quien fue rescatado por el corsario Andrew Merrick, lamentablemente éste no llego con vida a Inglaterra.

Ñandues cruzando la ruta.-

En la actualidad el camino es de ripio, con algunos serruchos que permiten una velocidad entre 30 y 40 km por hora logrando llegar como máximo en algunos tramos a 60 km por hora. Aprovechamos que el clima era calmo casi sin viento y bastante calor para lo que estamos acostumbrados acá en el sur, mientras avanzamos tomamos unos mates amargos. El paisaje es agreste con poca vegetación y casi sin matas, se pueden observar zorros, guanacos y ñandúes, también existen otras especies que no tuvimos la oportunidad de ver en este viaje piches, zorrinos, etc..

Algunos guanacos que al vernos se alejan del camino.-

Cerca de la costa se encuentra la Reserva Provincial Protegida por el Consejo Agrario, donde anidan una de las colonias más grandes de pingüinos magallánicos. Existe un circuito en el cual se puede realizar una caminata por senderos ubicados a muy poca distancia de los nidos con pichones, ellos esperan con ansias que lleguen los padres con alimento desde el mar. Estos últimos ingresan en fila de forma muy ordenada, tanto que es comparable a una autovía de un solo sentido, esto se repite para aquellos que vuelven al mar pero por otro camino.




Por varias entradas entre las matas desde el mar caminan los pingüinos hasta los nidos y regresan por otro camino son muy ordenados no se cruzan. –

En este punto observo el contraste de la naturaleza rodeada de plataformas petroleras, barcos y chimeneas de venteo (son las que “alivian” la presión del gas extraído en la zona) insertos en las abundantes  matas que dan reparo del viento a los nidos. Los pingüinos son muy curiosos se acercan a observarnos de cerca. Esto me permite notar cierto estado de salud que nunca había visto, los pingüinos estornudan y parecen congestionados. Durante el recorrido, también noto que hay unos 20 especímenes muertos sin marcas de ser depredados. Me voy preocupado. Más tarde, en el Parque Nacional Monte León observo las mismas características pero más acentuadas y la población notablemente disminuida.   





Un Petrel volando al ras del agua  entre los pingüinos.-


Cruzando por debajo del alambrado para verme de cerca.-
Me observa detenidamente parece quisiera saludar. :)

Inmediatamente después de realizar este recorrido, nos dirigimos al tan famoso faro. Al llegar divisamos el cartel que indica el Km 0 y que da inicio a la Ruta 40. Nos tomamos la obligada foto y trepamos hacia el faro. El museo está cerrado porque llegamos tarde, pasadas las 18h. pero no deja de ser impresionante la vista desde ese punto panorámico. Observamos una cafetería llamada “Al fin y al cabo” que se encuentra cerrada, suponemos que por la pandemia. Es surrealista ver su construcción de frente al mar y soportando vientos fuertes al borde de un acantilado tan pronunciado.                                              




Mojón con fecha del año 1945 supongo alguna medición realizada o capaz la instalación de la antena.-




En el camino de retorno pasando el casco de la estancia  “El Cóndor” que, cabe destacar, parece un oasis en medio de tanta estepa árida. Su inmensidad y prolijidad en su cuidado nos impresiona. Tomamos más fotos y continuamos el camino para encontrarnos con una tropilla. Estos cruzaban el camino con algunos potrillos que, como todo “cachorro”, se divertían corriendo y cruzando de lado a lado la ruta y después pegándose a la madre para que los proteja. De fondo el cielo tomaba tonalidades rojo, naranja, amarillo y se podían escuchar las bandurrias junto con los relinchos.

Parte de la tropilla que cruzamos pasando el casco de la estancia “El Cóndor”.- 
Ovino de la estancia "El Cóndor".-
Capilla ubicada en el casco de la estancia "El Cóndor".-

En nuestro retorno hacia Río Gallegos el cielo se torna rojizo con las nubes con formas raras, comienza a caer la noche  y aparece la luna llena también muy roja para luego tomar un color amarillo.




 Estando muy cerca de de retomar la ruta asfaltada y en completa oscuridad por ser una zona rural apreciamos  con Any las luces de Río Gallegos y la luna gigante, por lo que me detengo a sacar unas fotos para dejar plasmada otra aventura más.

La luna y las luces de la ciudad.-

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